lunes, 30 de mayo de 2016

LEYENDAS JAPONESAS

AMEMASU:

Amemasu es un enorme yôkai, responsable de los tsunamis que llegan a las costas japonesas, azotando y devastando todo cuanto alcanzan, como un castigo divino. Tiene forma de ballena y vive en el mar, se sirve de sus medidas descomunales para provocar enormes olas al mover su cuerpo bruscamente. Pero, ¿qué es lo que lleva a este yôkai a querer castigas a los humanos que viven sobre tierra firme con sus tsunamis? La respuesta está oculta tras su leyenda…
Según cuentan las antiguas historias del pueblo Ainu el Amemasu vivía originalmente en lo que por entonces se conocía como lago Mashu, bloqueando con su cuerpo la entrada de las aguas del océano Pacifico al interior de las tierras donde vivían los humanos, pero de eso ya hace miles y miles de años.

Un día pasó por esa zona un precioso y delicado ciervo, y se acercó a la orilla para beber de la cristalina agua del lago. De repente Amemasu, que debía de tener mucha hambre, emergió de las aguas y engulló al animal con tanta gula que ni lo masticó. El ciervo quedó atrapado en el estómago del yôkai aún vivo, llorando desconsoladamente por su terrible suerte. De hecho, lloró tanto y con unas lágrimas tan puras que destrozaron el estómago de Amemasu, abriendo un agujero en su estómago que le permitió escapar y mató a la descomunal ballena.
Un pajarito que acababa de presenciar tan grotesca escena voló rápidamente a avisar a los humanos de los pueblos cercanos, pues el agua que hasta el momento había bloqueado Amemasu, podría terminar por inundar todas sus casas tras su muerte.
Pero aunque las aldeas fueron avisadas únicamente el pueblo de los Ainu se refugió en una zona segura. El resto de pueblos vecinos acudieron curiosos a ver el cadáver del gran yôkai y una vez allí decidieron comerselo, sin guardar el respeto que Amemasu merecía. Una vez terminaron de devorarlo las aguas se liberaron e inundaron todas las aldeas, arrasando las casas y matando a sus habitantes.
Según cuenta la leyenda los tsunamis que tienen lugar en Japón son debidos a la ira de Amemasu, que entra en cólera por los crímenes que los japoneses cometen contra los seres que viven en el mar. Por ello Amemasu sacude todo su cuerpo desde el fondo del océano para provocar enormes olas que castiguen el comportamiento de los seres humanos.



El origen de la muerte:  

La historia que nos ocupa en este artículo es relatada de primera mano en el Kojiki y en el Nihonshoki. El Kojiki, que literalmente significa “registro de cosas antiguas”, es el libro histórico más viejo que se conserva relativo a la historia de Japón. Fue redactado en una mezcla de japonés y de chino.
Kojiki cuenta cómo fue creado el universo, pero también la historia de los dioses y de los diferentes emperadores de esa época.
Esta leyenda se sitúa después de la creación del Cielo y la Tierra; los dioses Izanagi e Izanami fueron los encargados de la formación y la consolidación de este planeta, así fue como comenzaron formando una serie de islas que se convertirían en lo que hoy es Japón (dentro de la mitología japonesa, estas islas conforman el mundo conocido). Posterior a la creación de Japón, llegaría la creación de los dioses, la creación del mundo entero comienza con ellos.

En el Nihonshoki Izanagi e Izanami son descritos en la leyenda como el “dios del yang” ( 陽神?) y la “diosa del yin” (陰神?); influenciados por las ideas del yin y yang.
Izanagi e Izanami bajan del cielo y se instalan en esa isla. Construyen allí un augusto altar llamado Yashidono, su casa y deciden unirse. Así, Izanami pone en el mundo numerosos hijos, numerosos Kamis (dioses o espíritus en japonés). Los dioses nacidos de Izanagi e Izanami son simbólicos sobre aspectos importantes de la naturaleza y la cultura, pero ellos son muchos para ser mencionados aquí, se contabilizan más de 8, 000,000 de kamis.
Izanami muere trayendo al mundo al Kami del fuego (Kagutsuchi), que la quema. Su muerte desespera a Izanagi. Izanagi, desconsolado por la pérdida de su mejer, emprendió un viaje a Yomi “la tenebrosa tierra de los muertos”

En el momento de su viaje al país de los muertos, Izanagi sí encuentra Izanami, pero ésta le dice que no puede volver a la Tierra ya que ha probado el alimento de este país, pero que encontrará una solución. Además, le dice que no le mire en ningún momento. Desgraciadamente, Izanagi es demasiado curioso y no puede evitar mirarla y se da cuenta que su hermosa mujer se había transformado en un demonio horrible, era una forma de carne en descomposición con gusanos y criaturas asquerosas que se deslizaban sobre su cuerpo destrozado.

Izanagi tiene que huir gritando ruidosamente al ser perseguido por los ocho dioses del trueno y todos los guerreros de los infiernos, intentando volver a la vida y abandonando a su esposa muerta.
Izanagi fue perseguido por un sinfín de criaturas de inframundo, todos ellos guiados por Izanami para atraparlo. Pero Izanagi no dejo que lo capturaran, les arrojo su gorro, que se convirtió en un racimo de uvas negras, lanzó su peine transformándose en un grupo de brotes de bambú, hasta orinó en un árbol, creando un gran río que aumentó su aplomo. Desafortunadamente, todavía persiguieron a Izanagi, forzándolo a lanzar melocotones sobre ellos. Él sabía que esto no los retrasaría por mucho tiempo, pero él ya estaba casi libre, porque los límites de Yomi ahora estaban más cerca.

Izanagi llegó rápidamente a la entrada y empujo un canto rodado en la boca de la caverna, la cual era la entrada a Yomi. Izanami gritó desgarradamente detrás de esta impenetrable barricada y frenética por la reacción de su marido, le dijo a Izanagi que si él no la dejaba salir ella destruiría a 1,000 residentes vivos cada día. Él furiosamente le contestó que entonces el daría vida a 1,500.
Amaterasu 
Y de esta manera comenzó la existencia de la muerte, causada por las manos de la orgullosa Izanami, la esposa abandonada de Izanagi.
Izanagi se fue a purificar después de recuperarse de su descenso a Yomi. Mientras se desnudaba y se quitaba los adornos de su cuerpo, cada artículo que él dejaba caer al suelo formó una deidad. Incluso surgieron más dioses cuando él se sumergió en el agua para lavarse.
Los más importantes fueron creados de su rostro una vez que éste se lo lavó:
Amaterasu (encarnación del sol) de su ojo izquierdo, Tsukuyomi (encarnación de la luna) de su ojo derecho, y Susanowo (encarnación del viento o de la tormenta) de su nariz. Izanagi se dispuso a dividir el mundo entre ellos con Tsukiyomi tomando el control de la noche y la luna, el dios tormenta Susanowo poseyendo los mares y Amaterasu heredando el resplandor del sol y los cielos. De esta última comenzaría la descendencia de la familia imperial de Japón.


-Onis:

Toda cultura posee su colección privada de monstruos y la mitología japonesa no es la excepción. En Japón, los Onis son las criaturas que representan a los demonios u ogros  accidentales y son personajes populares en el arte japonés.
Generalmente, los onis son representados con formas antropomorfas, si bien gigantes,  con garras y colmillos afíladas, muy velludos y con dos cuernos en la cabeza; algunas veces se los han mostrado con muchos ojos y dedos. Su piel puede ser roja, azul, negra, rosa y verde, pero su bestial apariencia resalta más aún por las pieles de tigre que suelen vestir y los garrotes llamados kanabó que alzan en sus manos, simbolizando a la vez la fuerza.

La mayoría de los onis representan las fuerzas malignas que causan las desgracias, roban las almas y a personas inocentes. Pero existen muchos tipos de onis. Se dice que los  cuernos les producen un gran dolor, y por ello, los de un solo cuerno son mas traviesas, mientras que los de dos son más violentos. Además los onís poseen habilidades  extraordinarias, como una fuerza sobrehumana que les permite mover cosas grandes y pesadas, hasta provocan rayos, tormentas y otros desastres naturales. Algunos hasta cuentan con la capacidad de asumir forma humana y/o animal.

Si bien la mayona de los onis se dedican a robar, destrozar y aterrar a las personas, estos  seres no son malvados por naturaleza. Incluso se dice que pueden ayudar a los humanos en apuros. También pueden lucir grandes, feos y tontos, pero llegar a ser más astutos de lo esperado.

De todas formas, la mayoría son invisibles al ojo humano y sólo los adivinas, las  sacerdotisas y las personas con poderes extrasensoriales pueden detectarlos. Algunas fuentes los hacen aparecer montados en una carreta en llamas para apoderarse del alma de un malvado antes de morir. Y pese a su aterrador aspecto, suelen participaren historias cómicas en las que se les ridiculiza. 

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